¿Te has sorprendido alguna vez pensando que hacer amistades nuevas de adulto es más difícil de lo que imaginabas? Si estás en ese punto vital —más allá de los 35— y te preguntas por qué cuesta tanto conectar con otras personas, es muy habitual, no eres la únic@. Las relaciones cambian con los años, igual que lo hacemos nosotros. En este artículo exploramos las razones psicológicas detrás de esta dificultad, las barreras internas que a veces no vemos y algunas claves para construir vínculos reales en la adultez.
La infancia y la adolescencia están llenas de contextos sociales donde hacer amistades surge casi sin esfuerzo: el colegio, las actividades extraescolares, los grupos de clase, la universidad… Pero a partir de una etapa todo eso cambia. Hay menos espacios donde coincidir de forma natural con personas nuevas, y nuestras rutinas suelen estar bastante estructuradas. Trabajo, pareja, familia, responsabilidades. Menos tiempo, más cansancio y muchas veces menos energía emocional para “empezar de cero” con alguien. Además, hay un factor clave: nos volvemos más conscientes de quiénes somos y de lo que queremos (y no queremos) en una relación. Y eso, aunque es valioso, puede hacernos más exigentes o más temerosxs a la hora de abrirnos.
Relaciones interpersonales en la adultez: más selectivas, más profundas
Una de las cosas que cambian con los años es la manera en la que nos relacionamos. En lugar de querer “caer bien” o tener muchos amigos, muchas personas comienzan a valorar la calidad por encima de la cantidad. Eso puede generar sensación de soledad, sí, pero también nos abre la puerta a relaciones más conscientes y auténticas. Amistades que no se basan en la obligación, sino en la elección mutua y en el deseo de compartir.
Vínculos significativos: ¿qué los hace posibles?
Los vínculos reales no aparecen de la nada, ni tampoco se fuerzan. Se construyen con tiempo, presencia y una dosis de vulnerabilidad.
- Estar disponibles, aunque sea poco rato, pero de forma genuina.
- Escuchar sin juzgar.
- Compartir desde lo que somos, no desde lo que creemos que deberíamos ser.
Los rituales también ayudan: un café semanal, un mensaje espontáneo, una invitación sin expectativas. Los vínculos necesitan espacio, pero también intención.
Barreras internas que dificultan los nuevos vínculos
Aquí es donde entra la parte más delicada y, a veces, más difícil de ver: las barreras internas. Muchas personas que desean conectar se encuentran con pensamientos como:
- “Ya es tarde para hacer nuevos amigos”.
- «No tengo nada interesante que aportar”.
- «¿Y si me rechazan o me juzgan?”.
- “Tendría que gustarles… y no sé si soy suficiente”.
Estos pensamientos forman parte de lo que en terapia llamamos evitación experiencial: una tendencia a alejarnos de situaciones que pueden activar emociones incómodas, como el rechazo o la vergüenza. Y, sin darnos cuenta, empezamos a cerrar puertas antes incluso de llamar.
¿Dónde y cómo conocer nuevas personas después de los 35?
Hacer amistades en la adultez implica, muchas veces, crear activamente oportunidades para conocer gente nueva. Aquí van algunas ideas:
- Grupos de actividades (deporte, idiomas, senderismo, talleres creativos…).
- Voluntariado o proyectos colaborativos.
- Apps como Meetup o plataformas centradas en afinidades, no en citas.
- Redes sociales, pero con propósito: seguir personas afines, interactuar, proponer.
Y sobre todo: permitirse ser quien eres desde el minuto uno. Lo auténtico conecta.
Claves psicológicas para cultivar amistades adultas sanas
1. No necesitas gustar a todo el mundo. Ni todos te gustarán a ti, y está bien.
2. Da el primer paso. Sin esperar reciprocidad inmediata, pero con apertura.
3. Cultiva desde la curiosidad, no desde la necesidad.
4. Escucha activa y presencia genuina. Mucho más valioso que la frecuencia.
5. Suelta el perfeccionismo relacional.
La amistad también incluye momentos incómodos, silencios, diferencias.
¿Y si me siento solo/a aunque tenga gente cerca?
La soledad emocional no siempre tiene que ver con estar rodeado o no. A veces hay muchas personas a nuestro alrededor, pero sentimos que no hay espacio para mostrarnos tal y como somos. Que no podemos hablar de ciertas cosas, que todo es demasiado superficial o funcional.
Ahí es donde entra la necesidad de vínculos más auténticos y recíprocos. No todo el mundo está dispuesto o disponible para eso, y es importante aceptarlo… pero eso no significa que no exista o que no lo merezcas.
Conclusión: nunca es tarde para hacer nuevos vínculos
La amistad no es algo reservado a una etapa concreta de la vida. Es un proceso continuo, una construcción. Y en la adultez, puede ser incluso más rica y significativa… si nos damos la oportunidad. Si sientes que quieres explorar tus vínculos desde un lugar más consciente, o si hay algo que te bloquea y no sabes bien qué es, quizá es buen momento para hablarlo en un espacio terapéutico.
¿Te resuena algo de lo que has leído?
Si estás en ese punto vital donde sientes que te gustaría conectar más (y mejor) con otras personas, puedes escribirme aquí. La terapia también puede ayudarte a construir relaciones más sanas, desde dentro hacia fuera.